El sensacional fracaso de John Huston
Recuperan 'Picture', la crónica en la que Lillian Ross narró las mil y un desventuras vividas en la realización de la película de 'Medalla roja al valor'

Al término de 'The French Dispacht', la película con la que Wes Anderson ha rendido su particular homenaje al periodismo, y en concreto a la celebradísima revista 'The New Yorker', el cineasta despliega una lista de firmas a las que dedica su último ... trabajo. Ahí aparecen nombres tan conocidos como los de A. J. Liebling o Mavis Gallant , así como los de otros reporteros que han servido de inspiración para sus personajes: Harold Ross y William Shawn , que fueron los dos primeros directores de la cabecera, y otros autores más o menos conocidos como Joseph Mitchell , que se pasó más de treinta años sin publicar un solo reportaje, o Luc Sante , experto retratista de los barrios bajos de París o Nueva York. Anderson incluye también el nombre de una autora casi inédita en español, pero esencial en la corriente del nuevo periodismo yanqui: Lillian Ross .
Con un estilo contenido y perfeccionista, durante los años cincuenta contribuyó a cimentar el prestigio de una revista clave en la narrativa periodística de largo aliento. Cuando se habla de Ross la primera referencia, siempre, es el perfil de Hemingway que escribió en 1950, con el que rompió todas las normas estilísticas del momento. El Aleph lo publicó en forma de libro en 2001, pero el 'Retrato de Hemingway' debió de perderse en el oleaje de novedades. Diez años antes ocurrió algo similar con 'Picture', editado por Plot, donde Ross relata el proceso de realización de 'Medalla roja al valor', el sensacional fracaso de John Huston . Para esta crónica de más de 300 páginas, la reportera acompañó al director en cada uno de sus pasos, desde la escritura del guión hasta el montaje final, que ya nada tenía que ver con lo que él había concebido.

' Picture ' es, en definitiva, uno de esos libros que merecen una segunda oportunidad, como la que le da ahora Libros del K.O., la editorial especializada en crónica periodística. Esta reedición cuenta con prólogo de Álex de la Iglesia . «Es complicado explicar al público cómo se hace cine, los intrincados procesos por los que las películas son como son», dice. «Afortunadamente para todos, la audiencia masiva desconoce el nivel de riesgo, lo temerario que resulta dedicarse a esto». Esto es lo que desvela Ross –«cruel en las descripciones y fría en sus juicios»–: la histeria y el caos que suponen los rodajes, esa lucha contra el tiempo y el presupuesto, aunque el nombre del director sea John Huston y vaya a dirigir 'La reina de África'.
«¿Si les gusta tanto ser unos malditos artistas, por qué no se gastan su dinero?», se pregunta Louis B. Mayer , el mandamás de la todopoderosa Metro Goldwyn Mayer ante la implacable mirada de Ross. A Mayer nunca le convenció el proyecto de Huston: «Yo sé lo que quiere el público. Andy Hardy. ¡Sentimentalismo! ¿Qué tiene de malo? ¡Amor! ¡Un buen romance a la antigua! ¿Es malo? Entretiene. Hace que el público pase por la taquilla». 'Medalla roja al valor', desde luego, no estaba pensada para batir récords de recaudación. Más bien, la adaptación de la novela de Stephen Crane sobre la Guerra de Secesión se planteó como una obra de culto, una «maravilla artística» que deslumbraría a críticos y, quizá, también al público masivo. Nada de esto ocurrió: el resultado fue un descalabro cuya versión final no quiso ver ni el propio Huston.
Oficio cruel
Como diría años después la propia cronista, lo que en esos meses de trabajo se desplegó ante ella fue una novela por la que desfilan egos y personalidades deslumbrantes. Era cuando Hollywood parecía un animal mitológico y el público no sabía cómo se hacía una película. Y lo que desvela Ross es que un filme, antes de nada, es una cuenta de resultados: en la industria nadie pregunta si un trabajo es bueno o no, sino lo que ha costado. Aquí el presupuesto superó los 1,5 millones de dólares. «¿Y para qué? –decía Mayer– No tiene argumento». Las películas se montan y se vuelven a montar decenas de veces, a menudo sin el consentimiento del director. Un puñado de opiniones negativas de los asistentes a las 'previews' pueden borrar de un plumazo el trabajo de meses. «En muchos sentidos el cine no tiene nada que ver con el arte», dice el productor Gottfried Reinhardt en el libro. «Es un oficio cruel. No vale la pena. Casi un año entero...».
Ross asiste a este espectáculo desde fuera y, en una estructura de diálogos y descripciones que luego replicarían autores como Truman Capote , firma un retrato imperecedero del mundo del celuloide.
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